"... Después de la irrupción del volcán (el parto), las mujeres nos encontramos con el tesoro escondido (un hijo en brazos) y, además, con insólitas piedras que se desprenden como bolas de fuego (nuestros pedacitos emocionales o nuestras partes desconocidas) rodando hacia el infinito, ardiendo en llamas y temiendo destruir todo lo que rozamos. Los pedacitos emocionales van quemando lo que encuentran a su paso. Miramos azoradas sin poder creer la potencia de todo lo que vibra en nuestro interior. Incendiando y cayendo al precipicio, suelen manifestarse en el cuerpo del bebé (como una llanura de pasto húmedo abierta y receptora). Son nuestras emociones ocultas que despliegan sus alas en el cuerpo del bebé rozagante y disponible."
"Puerperios", Laura Gutman
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